Los caballos son herbívoros no rumiantes que presentan un sistema digestivo con un funcionamiento diferente al de las personas. Eso significa que tienen una masticación lenta y cuidadosa de los alimentos. Además, se caracterizan por tener un estómago de pequeña capacidad que se vacía rápidamente en función del consumo de alimentos. El intestino delgado es muy largo (16-24 m) y el intestino grueso es muy voluminoso (180-220 L) y está normalmente lleno ya que tiene un tiempo de retención de entre 24-48 h.

Debemos tener en cuenta que los caballos no pueden regurgitar o vomitar el contenido del estómago. Por eso debemos tener en cuenta algunas cosas básicas para no causarles problemas con la comida.

Los caballos pueden llegar a pastar en el prado hasta 18 horas por día, por lo que tenemos que proporcionarles su ración repartida en distintas tomas a lo largo del día (3 veces al día).  De esta forma podemos evitar problemas gastrointestinales como posibles cólicos, diarreas, infosura, ya que muchas veces estos problemas son debidos al manejo y a la dieta que se les da.

Los caballos deben alimentarse de manera individualizada atendiendo a sus necesidades metabólicas, disciplina, nivel de entrenamiento, edad, estado fisiológico y condición corporal, pues no es lo mismo un caballo jubilado que un caballo que entrena cada día.

Cada día tenemos que darles la comida a la misma hora, piensa que ellos no diferencian si es miércoles o sábado, querrán comer acorde a su rutina diaria.

Además debemos tener en cuenta que los alimentos pueden dividirse en tres tipos: los forrajes, los alimentos concentrados y complementos alimenticios.

Hoy has aprendido un poco más sobre el sistema digestivo de los caballos, no te pierdas el próximo post, donde hablaremos de los tipos de alimentos y sus características.

¡Hasta la semana que viene!